miércoles, 12 de mayo de 2010

Qué susto

Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños, que solían quedarse en el sofá cuando su madre y yo discutíamos.
Llevaba dos días fuera, paseando, pensando en mi matrimonio; en irme, en quedarme.
Encontré al pequeño y su osito. Los cargué en brazos y los llevé a la cama.
La otra cama estaba vacía, en el suelo, arrugado, el pijama del mayor. Y una nota: “me voy”.
Lo busqué durante horas, en el jardín, en el garaje, en el parque, junto al río.
Cuando volví él estaba en su cama, despierto.
-¿A que no estaba cuando has venido? –dijo-. Qué susto, ¿eh? A mí me pasó igual contigo.

4 comentarios:

  1. No creo en las coincidencias. Te había visto en algún comentario en otros blogs y, acabo de leer tu generosísimo comentario a mi última entrada así que, me digo, vamos a devolver la visita, que es como funciona esto. Y me encuentro con que has rescatado un micro con una frase de inicio mía. Así terminaba el micro que ganó el mes de marzo del año pasado, "La mesilla".
    ¿Qué puedo hacer si todas las señales piden que te enlace en mi blog?
    Además por lo visto en este relato creo que lo voy a hacer con mucho gusto.

    Nos leemos.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jesús.
    Si todas las señales conducen a algo evidente, lo que hay que hacer es echar a correr.
    Este relato estaba rescatado de mis intentos en la SER. No tenía ni idea de que era con tu final.
    Reitero mis elogios a tu relato.
    Un saludo.
    P.

    ResponderEliminar
  3. Caramba, qué descubrimiento, me gusta mucho cómo escribes, te enlazo yo también, por supuesto.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Uoooooooooo... esta historia desprende ternura... Me gusta como has manejado dos sentimientos contrarios: el final me hace sonreír, aunque sin duda el trasfondo es de lo más triste...

    ResponderEliminar