martes, 29 de marzo de 2011


83 novelas



En la biblioteca, sobre la mesa, cuatro ejemplares de 83 novelas. Ante el primero, cerrado, espera sonriente un lector ansioso. Del segundo, abierto, pende medio cuerpo de varón. En el suelo, bajo el tercero, unos zapatos de tacón.



Un ejemplo:
Biología 10
Dichos seres diáfanos prefieren enfermos que sanan
pues hacen fiestas en los cuartos recién desocupados,
llenos aún de residuos de esperanza.


Alberto Chimal


 

viernes, 18 de marzo de 2011

Luis


Sentado entre ellas, asientes cucharilla en mano. Tu mujer te peina mientras habla de la planta tal del Corte Inglés; de la ropa tal, de la señora tal, del perro del hijo de la señora cual. No revuelve tu café.
Tu hija mayor te endereza el cuello de la camisa. Dejas de asentir. Cuando acaba, asientes de nuevo. Y sonríes. Grita en tu oído. Le grita a su hijo, pero tú estás en medio. Grita que te pares, que te calles, que te bajes, que te doy. Ella tampoco revuelve tu café.
Tu hija menor te quita las gafas. Grita en tu oído. Le grita a su sobrino, le grita a su madre, se grita a sí misma. Grita que un pañuelo, grita que Angelina y que Brad Pitt, grita que el Euribor, grita Frenadol y Tanakene. Limpia tus gafas y te las vuelve a poner. Ella tampoco revuelve tu café.
Tu nieto se acerca, te pisa, agarra tu nariz. Te quita la cucharilla de la mano y revuelve tu café, que ya está frío. Él sí te mira a la cara. Sólo él sabe que fingiste el ictus.

lunes, 14 de marzo de 2011

Una historia de Ocozol


Bel Cozvíjar era un tipo huesudo, corcovado aquí y allá, de pelo prieto y duro. Tenía la cara curtida por el viento de Ocozol, y un ojo blanco por la cuchillada certera de su amigo Ocrán Sanabú.
Ocrán era un cerdo. Un cerdo hombre. Le gustaba todo lo que se moviera, y procuraba conseguirlo. No mató a Bel porque éste lo agarró del cuello y lo miró con el ojo sin navaja clavada, susurrando “con éste te veo bien, y te veo casi muerto”.
Ya viejo, Bel Cozvíjar enfermó y se fue retorciendo como el cable de un teléfono. Hubo días en que tripa arriba no era lo mismo que boca arriba; pero Ocrán Sanabú no faltó junto a su cama para cuidar del amigo y asegurarse de que moría en paz.
El último día, en el sosiego de lo impepinable, Bel Cozvíjar miró a Ocrán Sanabú, guiñó aquel ojo blanco, y le dijo “me voy ¿eh?”.



Y vino de aquí la inspiración,
viejo escenario de infancia.
Gracias a Pseudópodo, que aunó los recuerdos
de los que veíamos lo mismo en la estantería.

jueves, 10 de marzo de 2011

Epiglotis freudiana

Con este amargor tan extraño no puedo dormir. Es curioso dónde sabe el dolor. Bien atrás, a los lados de la lengua. Como la adrenalina en la boca. Pero la adrenalina sale disparada de la lengua hacia el paladar; y este amargor terrible, este cansancio en los lacrimales, va sólo hacia dentro, se absorbe, colecciona recuerdos de amigo muerto y los guarda allí al fondo, donde duele al tragar.



Ahí está. Quién me iba a decir que volvería a las andadas...
No es muy ReC, no es muy micro...

lunes, 7 de marzo de 2011


Qué linda paradoja temporal


Humphrey Windeasy, como cada viernes, salió llorando de su casa. Esta vez lloraba diferente, pues su madre yacía muerta en la cocina, y su padre buscaba en el granero una cuerda resistente.
Las lágrimas empapaban el cuello de su camisa. A la altura del mercado de Chestonbury, vio como su padre, con treinta años menos, se acercaba sonriente. Humphrey tomó un ladrillo del suelo y mató a su joven padre. Corrió de vuelta a casa, con el cuello de la camisa seco y vio a su madre, felizmente soltera, saludando desde la ventana.