martes, 11 de mayo de 2010

Ensayos sobre la muerte II

Luego se fue corriendo. Jamás recuperé mi jersey, empapado en sus lágrimas, y jamás olvidaré cómo se agarraba la cabeza, el pecho, la cara. En ese orden.
Seguí viéndola. Hablábamos, paseábamos, se acercaba, me alejaba. Pero nunca supe pedirle perdón.
Ayer coincidimos en el hospital. Quise decirle algo, disculparme.
-Un golpe tonto –me dijo sonriendo-. Un par de radiografías y a casa.
Cuando vi al celador sacar su camilla me levanté. Y cuando vi la sábana cubriendo su rostro me senté.
En la sala de espera me agarro la cabeza, el pecho, la cara. En ese orden.

1 comentario:

  1. Dramático retrato.Ojalá influya a alguien a humanizarse y cesar el uso de la violencia para resolver diferencias,hay que dejar eso a los animales.

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