Damián vivió largo tiempo en un mundo entretenido, superficial en lo caótico y terrible en lo real. Era un mundo como de Windows. El dueño lo empezó, lo encendió y lo dejó andar a su aire. Y ahí lo dejó, sin tocar, viendo cómo el sistema se auto-copiaba, se auto-fagocitaba, se auto-destruía.
Antes, más joven y atrevido, Damián vivió en un mundo de facilidades. Era un mundo como de Mac; de funcionamiento engrasado, de sistema cuasi-perfecto y de diseño apetecible, pero excesivamente monopolista. Un dueño, un dios, un jefe y punto.
Ahora viaja Damián en un tren desvencijado, un tren achacoso y ñiquiñiqueante que avanza con la locomotora bien alta hacia un pequeño pueblo cuyo nombre no os diré. Dicen que allí viven un montón de escritores. Sentados en círculo, cada uno llora en el hombro del siguiente; cada uno lee los cuentos del anterior. Allí, en ese pueblo, se da una conjunción entre tangencial y asintótica de los diferentes sistemas multiversales. Las leyes que allí se conocen, rijan o no, son las que han caído por su propio peso de los sistemas que allí confluyen. O sea, el sistema allí es abierto pero se reconoce la autoría; si no haces nada, no pasa nada, las baterías duran siempre en tanto en cuanto se recargan, y el color de tu casa lo eliges tú.
En resumen, la gente que vive en ese pueblo no se asusta de fantasmas, porque pueden existir; no anda con la prisa del que sabe que el mundo se acaba, porque no se acaba; nadie depende de quién sino de cómo; y por las noches, después de cenar, siempre charlan un rato.
Antes, más joven y atrevido, Damián vivió en un mundo de facilidades. Era un mundo como de Mac; de funcionamiento engrasado, de sistema cuasi-perfecto y de diseño apetecible, pero excesivamente monopolista. Un dueño, un dios, un jefe y punto.
Ahora viaja Damián en un tren desvencijado, un tren achacoso y ñiquiñiqueante que avanza con la locomotora bien alta hacia un pequeño pueblo cuyo nombre no os diré. Dicen que allí viven un montón de escritores. Sentados en círculo, cada uno llora en el hombro del siguiente; cada uno lee los cuentos del anterior. Allí, en ese pueblo, se da una conjunción entre tangencial y asintótica de los diferentes sistemas multiversales. Las leyes que allí se conocen, rijan o no, son las que han caído por su propio peso de los sistemas que allí confluyen. O sea, el sistema allí es abierto pero se reconoce la autoría; si no haces nada, no pasa nada, las baterías duran siempre en tanto en cuanto se recargan, y el color de tu casa lo eliges tú.
En resumen, la gente que vive en ese pueblo no se asusta de fantasmas, porque pueden existir; no anda con la prisa del que sabe que el mundo se acaba, porque no se acaba; nadie depende de quién sino de cómo; y por las noches, después de cenar, siempre charlan un rato.
Bueno ésto es realmente GENIAL GENIAL GENIAL.
ResponderEliminarSe me está ocurriendo una idea...
comentarios que se trasforman en entradas en cadena, al final del post añadir post inspirado por" ".
Me ha gustado!
También estaba yo con la intención de algo así. Corregir un micro, escribir en cadena... es siempre comprometido. Pero que escribas tú y me inspire yo... tiene mejor pinta.
ResponderEliminarMe recuerda al concepto de "talestorming" que surgió con Pablo a cuenta del Vendaval de micros". Igual es buena idea. Parir un tag de talestorming, o inspiralatos, cadena de inspiraciones... creo que puede salir algo bonito. Lo hablamos
Me ha gustado mucho esa contraposición de dos mundo comparándolos con Windows y Mac, un micro de lo más original, nada clásico, muy vanguardista, algo que, en mi opinión, necesita el género, pero pocos se atreven con ello.
ResponderEliminarDe los Mac de toda la vida o de los Windows de siempre? Muy imaginativo.
ResponderEliminarMe parece una buena idea lo de cadena de "Inspirado en "
Muy acertado el reflejo de cómo actuamos en este pueblo de micreros en el que vivimos. Creo que ya hacíamos lo de inspirarnos unos a otros (consciente o inconscientemente) pero es precioso haberle dado una forma reconocible (también lo será cuando esa forma se oculte a nuestros ojos). Comentario como semilla de microcuento que a su vez genera comentarios, etc... A eso se le llama la bomba microatómica. ¡Propongo que tiremos una! A alguien se le ocurre dónde.
ResponderEliminarUn abrazo, Propílogo, y me honra haber servido de vehículo a ese animalillo que salta de unos a otros y se llama la inspiración.
PABLO GONZ
Con lo poco corporativo que he sido yo...
ResponderEliminarMe ofrezco a organizar la "epidemia de inspiración" o como le vayamos a llamar, tiene buena pinta.
Voy a dar vueltas al diseño del sistema, porque habrá que llevar un orden, digo yo. Ya os avisaré para que hagamos un listado de contagiados... "Contágiame un microrrelato"...
Bueno pues quedamos a la espera de que organices esa "epidemia" de locos inspirados. Me alegra que tome forma, creo que puede ser enriquecedor para todos.
ResponderEliminarEsto puede abrir un gran abanico de posibilidades,en cuanto a derivar una reacción en cadena de comentarios,
ResponderEliminarAunque para evitar lo que dice el dicho:Muchos cocineros echan a perder el guiso;y ésta situación se ha presentado repetidamente en situaciones en las que cada autor agrega una frase o párrafo;generalmente derivando en pérdida de rumbo y resultando algún escrito muy cuchufleto,siento que sería más viable un proyecto denominado
MISMO CUENTO,donde cada quien repite la misma historia pero agregando las variantes personales que pueda vislumbrar.
Contagio, epidemia... no sé cómo le llamaremos cuando nazca. Iba a contestar aquí, pero haré una entrada...
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