There is a pleasure sure in being mad which none but madmen know.
J. Dryden
Hoy he visto una loca en la calle. Hacía como si comiera. Sus manos, morenas y huesudas, se movían frente al pecho, manipulando un cuchillo y un tenedor imaginarios, y relativamente pequeños. Al pasar junto a ella me ha dicho que me sentara a ver pasar a los cuerdos. No sé por qué, supongo que porque no parecía peligrosa, pero me he sentado con ella. He estado un rato observando cómo cortaba su comida imaginaria, y cómo se la llevaba a la boca con la mano izquierda. Mantenía los cubiertos sobre el plato mientras masticaba, y volvía luego a cortar más carne. No ha parado ni un momento a beber un poco de vino, ni a usar la servilleta; y eso que ha estado un buen rato comiendo -son enormes las raciones que sirven aquí-.
La he dejado allí, con el postre. No me ha ofrecido ni un poco de tarta.
Pues vaya, lo único que te queda es volverte loco también y así comerás y comerás, jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Tenía muy buena pinta...
ResponderEliminarMuy chisposo este micro, Propílogo. Me recordó al estilo periodístico de Juan José Millás. Cuando hablas de la carne (sin que la loca haya hecho una referencia previa) se entiende perfectamente el sentido de tu propuesta.
ResponderEliminarUn abrazo,
PABLO GONZ
¡¡¡Pabloooooo!!! Gracias. Necesitaba ese comentario.
ResponderEliminarPues me alegro mucho de haber podido dártelo. Yo comento sólo a partir de una satisfacción lectora sincera.
ResponderEliminarUn abrazo,
PABLO GONZ
Muy bueno Propílogo. Tiene razón Pablo, la loca come la nada y tú ves el menú. Seguro que si a ella el plato le supo a carne y no a pescado fue por que tú viste carne y no pescado. Lo terrible vendrá si al día siguiente la pobre aparece en un callejón muerta de hambre y tú escribes un libro sobre lo poco que alimentan la carne y la tarta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gustó, parece que los estoy viendo a los dos y cómo al narrador le va entrando el hambre, suerte que estaba él también bien educado y no quiso pelearse por la tarta, hubiesen terminado como un par de clowns.
ResponderEliminarAunque tratándose de una historia acercade la locura,tiene la lectura de que el observador sea el loco y la que come está cuerda,por lo menos imaginariamente.
ResponderEliminarBien mostrada la transformaciòn del prota, Propílogo. Sigo leyendo por aquí.
ResponderEliminarSaludos.
Que maleducada. Y eso que le has hecho más amena la comida con tu compañía.
ResponderEliminarTe sigo Propílogo.
Un saludo.
Hay, efectivamente, un cierto placer en la locura que sólo el loco conoce. Aunque hay locos bien tristes.
ResponderEliminarMe alegro de que la implicación de la primera persona se haga evidente al avanzar.
Un saludo a todos.
Qué sutil el cambio... Has llevado muy bien la evolución del protagonista... Están locos estos locos que se creen cuerdos... :)
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