Damián, miope, poeta, susceptible y disponible, había contado a sus hermanos que un día se le acercó en el puerto una de esas bellezas que sólo se ven una vez. Desde entonces sus hermanos, exitosos expertos en el análisis superficial, paseaban por el puerto sin hablarse, observando con curiosa lascivia a cada mujer que se acercaba.
Damián, divertido, vigilaba a sus hermanos, sabedor de que él, que ya la vio, no la volvería a ver; y convencido de que ellos, que buscaban, no sabrían si ya la habían visto.
Damián, divertido, vigilaba a sus hermanos, sabedor de que él, que ya la vio, no la volvería a ver; y convencido de que ellos, que buscaban, no sabrían si ya la habían visto.
El micro me gusta, pero lo que de verdad me entusiasman son los cuatro trazos con los que dibujas a Damián. Y "disponible" es sublime.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy con Jesus. Unos adjetivos puestos en el sitio justo.
ResponderEliminarUn saludo
No siempre los adjetivos están de más, como aquí se demuestra.
ResponderEliminarBuen micro.
Un saludo indio
Al ser éste una secuela del que mandé al vendaval, los adjetivos vienen de aquél, donde eran también necesarios por exigencias del guión.
ResponderEliminarGracias por los comentarios.
Un saludo.
P.
Curioso relato y muy buen uso de los adjetivos.
ResponderEliminarSalu2