Construía un castillo de arena. Otro padre, a mi derecha, levantaba el suyo. Nuestros hijos, aburridos, jugaban entre las olas.
Yo me he centrado en el foso y en la muralla con barbacana. Él ha dedicado más tiempo a las torres, demasiado altas para mi gusto.
Había algo de complicidad; silbábamos a dúo “When Johnny came marching home” y asentíamos absortos.
Hemos puesto tanto empeño en los detalles, nos hemos acercado tanto, hemos imaginado los ángulos subjetivos de tal forma, que al cabo estábamos los dos dentro de nuestros castillos, recorriendo los pasillos, cruzando el patio de armas con nuestras mínimas zancadas.
Él ha disparado una cáscara de pistacho. Yo he respondido con una colilla de Marlboro y un hueso de aceituna. Nos hemos reído. Mientras tanto he dado forma a las troneras y al paseo de ronda.
Iba todo de maravilla hasta que han venido los críos con los cubos llenos de agua.
Yo me he centrado en el foso y en la muralla con barbacana. Él ha dedicado más tiempo a las torres, demasiado altas para mi gusto.
Había algo de complicidad; silbábamos a dúo “When Johnny came marching home” y asentíamos absortos.
Hemos puesto tanto empeño en los detalles, nos hemos acercado tanto, hemos imaginado los ángulos subjetivos de tal forma, que al cabo estábamos los dos dentro de nuestros castillos, recorriendo los pasillos, cruzando el patio de armas con nuestras mínimas zancadas.
Él ha disparado una cáscara de pistacho. Yo he respondido con una colilla de Marlboro y un hueso de aceituna. Nos hemos reído. Mientras tanto he dado forma a las troneras y al paseo de ronda.
Iba todo de maravilla hasta que han venido los críos con los cubos llenos de agua.
A mí me ha gustado mucho, Propílogo. Se va uno metiendo poco a poco en el juego y en la complicidad de los padres, como si fuese una especie de zoom, hasta meterse dentro de las construcciones, caminando por sus pasillos, por las murallas... Sin embargo, los disparos con huesos y colillas (más realistas), por lo menos a mí, me sacan un poco de ese embelesamiento, por lo que se atenúa el impacto final de los cubos de agua.
ResponderEliminarPor cierto la relación del título con el final del micro es genial.
Un saludo.
Por cierto, no sé si es mi navegador, pero la imagen que has puesto se ve demasiado pequeña, no se distingue.
ResponderEliminarPropílogo, me he metido en los castillos y la música me ha llevado por el puente levadizo, podía sentir la emoción de los castillos.
ResponderEliminarMe he sentido identificada, cuando he hecho castillos con mis hijos al final la implicada soy yo, ellos se ponen a otra cosa aburridos
Ja ja, ya sabía que vendrían los niños "aburridos" (éste detalle avisa de sus perversas intenciones) a fastidiar los castillos, aunque pensé que directamente los pisotearían.
ResponderEliminarPero la idea de los padres jugando y divirtiéndose de verdad es buena.
Gracias por transportarnos a la orilla del mar.
Gracias, Alberto. El micro nació precisamente de eso, de la idea de plasmar el proceso del zoom hasta entrar en el castillo. No soy de cine, pero vendría a ser un travelling de ésos.
ResponderEliminarTe doy la razón en lo del hueso de aceituna, está bien como detalle, pero prescindible. Probablemente le resta al conjunto más de lo que pudiera darle.
La imagen: http://www.morguefile.com/archive/display/655561
Se queda pequeña porque en tamaño mediano no encajaba bien con el texto. Aún así, tanto la original como la grande dan el aspecto de castillo de arena "derretido" por el agua.
Anita, Bea: Los padres construyendo para los hijos. Ayer, la primera frase era: "Construía un castillo de arena con mi hijo; de mi hijo; para mi hijo".
Saludos.
P.
Definitivamente era en mi ordenador lo de la imagen, ahora lo he visto desde otro diferente y se ve a la perfección. Saludos.
ResponderEliminarMe ha encantado, aunque por un momento pensé que ese lanzamiento de huesos de aceituna y colillas iba a terminar en una feroz batalla la destrucción de los castillos por el tsunami es un final genial.
ResponderEliminarTienes que pedir una beca para quedarte más tiempo en la playa, que te inspira mucho.
Le sacas lo máximo a una escena cotidiana. Me gusta especialmente como recreas la tensión en aumento entre ambos personajes. Y el contraste con la paz que transmiten los niños, jugando en el agua, ajenos al conflicto.
ResponderEliminarSaludos
¡Cuánta verdad, Propílogo! Los papás siempre emplean a los niños como excusa para volver a ser niños. Más imágenes playeras que se acomodan en la memoria.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
PABLO GONZ
A mí me ocurre al contrario que a Alberto Flecha y a ti, el momento que más me gusta se sitúa durante el lanzamiento de huesos y colillas. Es el reconocimiento por parte de los niños grandes de que están jugando, y de lo mucho que están disfrutando.
ResponderEliminarYa había leído el relato esta tarde, pero preferí esperar a la noche para volver a leerlo mientras escuchaba la música, cosa que antes no podía. Ha sido una gozada, música y relato se compenetran a las mil maravillas.
Un saludo.
Yo estoy de acuerdo con Odyss, para nada me ha sacado del ctexto, al revés. Los padres totalmente metidos en faena y jugando con esos objetos que encuentras en cualquier playa: huseos, colillas,cáscaras de pipa. De esta serie es uno de los que más me ha gustado junto con el del marido de la sombrilla.
ResponderEliminarChapeau
R.A.
..huesos, huesos.
ResponderEliminarR.A.
Este es el mejor (desde mi punto de vista) de tus cuentos murcianos. Te pondría algún "pero", pero no sé que decirte. Creo que así está perfecto :)
ResponderEliminarGenial!!! me encantan tus cuentos murcianos.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias a todos. He estado dándole vueltas a la cáscara de pistacho. El detalle, en parte, hace lo que yo quería, ¿Quién no ha cogido una cáscara de pistacho pensando que era una concha? Una colilla de Marlboro... lo que hace es acercarnos a la playa, son lugares comunes, trozos sencillos de algo que todos hemos visto en la playa. Por eso nos acercan.
ResponderEliminarPero, por otro lado, como dice Alberto, al dedicarle sólo una línea que tampoco es que esté muy bien enlazada con lo anterior y lo posterior (sólo es un detalle de una guerra de juguete), tal vez le resta solidez al final.
No sé. Os confieso que a mí me gusta mucho como está, pero podría gustarme más.
Reitero agradecimientos y abrazos.
P.
A mi me ha encantado y me gustan especialmente esos detalles reales que dan forma a la imagen de estar dentro del castillo. Y el Tsunami, impresionante. No hay quien pueda con ellos. Era mi primera incursión por estos lares pero no será la última. Saludillos.
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