Martin Fiddlebrooke era una de esas personas llanas, simples, inconclusas. Hasta que un día casi lo mata una mariposa.
Estando sentado sobre la cancela que separaba las tierras de Pontcanna y Llandaff, el joven Fiddlebrooke decidió increpar en voz alta a la pobre Bettysey Moorland, que pasaba por allí. Luego, la saludó moviendo los brazos al tiempo que tomaba aire con la boca abierta y aspiraba, sin querer, un enorme ejemplar de Maculinea arion.
El veterinario, tras practicarle una lepideptomía urgente, escuchó del propio Fiddlebrooke que el suceso era una señal, y que su vida iba a cambiar.
Comenzó entonces el joven Fiddlebrooke a frecuentar a la familia de las chicas Moorland, con la intención de aprender costumbres menos escuetas.
Nadie le dijo que las señoritas Moorland son peculiares en la intimidad. La mayor, Valentine, se pisó una mano después de atarse una bota, Eilir convenció a un ladrón de que se fuera sin robar y dejando propina, Cathleen gusta de apostar con la gente sobre cualquier cosa, pero siempre poco dinero; Bettysey suele mostrar su brazo derecho, musculoso como el del herrero porque escribe muchos cuentos para niños; y Jumble, la menor, dice que donde ella siempre ha tenido mucha fuerza es en la mandíbula.
Ayer el joven Fiddlebrooke volvió a casa del veterinario; había conseguido introducirse en el ombligo cuarenta y tres garbanzos medianos.
Maculinea arion, by PJC&Co |
Estando sentado sobre la cancela que separaba las tierras de Pontcanna y Llandaff, el joven Fiddlebrooke decidió increpar en voz alta a la pobre Bettysey Moorland, que pasaba por allí. Luego, la saludó moviendo los brazos al tiempo que tomaba aire con la boca abierta y aspiraba, sin querer, un enorme ejemplar de Maculinea arion.
El veterinario, tras practicarle una lepideptomía urgente, escuchó del propio Fiddlebrooke que el suceso era una señal, y que su vida iba a cambiar.
Comenzó entonces el joven Fiddlebrooke a frecuentar a la familia de las chicas Moorland, con la intención de aprender costumbres menos escuetas.
Nadie le dijo que las señoritas Moorland son peculiares en la intimidad. La mayor, Valentine, se pisó una mano después de atarse una bota, Eilir convenció a un ladrón de que se fuera sin robar y dejando propina, Cathleen gusta de apostar con la gente sobre cualquier cosa, pero siempre poco dinero; Bettysey suele mostrar su brazo derecho, musculoso como el del herrero porque escribe muchos cuentos para niños; y Jumble, la menor, dice que donde ella siempre ha tenido mucha fuerza es en la mandíbula.
Ayer el joven Fiddlebrooke volvió a casa del veterinario; había conseguido introducirse en el ombligo cuarenta y tres garbanzos medianos.
Pufffffff, Propílogo, a veces se te va la pinza... ¡qué cosas más raras escribes últimamente!
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, todo lo referente a la mariposa sobra si lo que quieres es resaltar las excentricidades de las hermanas y que el chico se convierta al final también en un bicho raro.
Por cierto me ha molado el punto de Bettysey (brazo derecho musculoso por escribir cuentos para niños...jijijiji).
Me gusta todo tu desbarre, Propílogo, y lo celebro arrojando mi cráneo hacia las alturas. Pero me quedo (seguramente la guarde en el ombligo) con la última frase de tu micro.
ResponderEliminarUn abrazo,
PABLO GONZ
Genial Propílogo. Notas sobre vidas de gente que se esfuman entre los dedos.
ResponderEliminarBlogsaludos
Igual necesito un descanso... Gracias Marina, los guiños son para que se vean.
ResponderEliminarPablo, deja tu cráneo donde está. Lo necesitamos para cofre del tesoro.
Adivín, siempre bienvenido.
Un saludo.
P.
Vista la fauna que le rodea yo creo que también buscaría otra señal, aunque sea en forma de cocido madrileño ombligado.
ResponderEliminarA mí, tus desbarres, cada día me gustan más.
Un abrazo