viernes, 20 de agosto de 2010

Scusi


Mamá era abogada, de ésas que consiguen que los malos no salgan bajo fianza. Decían que incluso el estrado temblaba cuando mamá interrogaba.
Yo sólo recuerdo que cantaba canciones de Sarah Vaughan mientras untaba la mermelada en mis tostadas. Cantaba como los ángeles, o, mejor, como Sarah. Y exprimía las naranjas, y dejaba el zumo sobre la mesa al tiempo que me revolvía el pelo y tarareaba “despierta marmota”.
Hace ya veinte años que mamá no está.
Y hace ya veinte años que recibo por correo, cada seis de Enero, un disco de vinilo de Sarah Vaughan. Alguno se ha repetido. Lo que no cambia nunca es la nota que lo acompaña:

Mis excusas, bambino. Jamás maté a otra mujer con la voz tan bella.
Palermo, a 31 de Diciembre...

6 comentarios:

  1. Genial Propílogo, me ha encantado. Y eso que nadie que cante como Sarah Vaughan debería morir nunca.

    Un abrazo.

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  2. Vaya con la disculpa.
    Muy buena calidad de relato, original e impactante.

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  3. Muy bueno, Propílogo. El final se agarra al título en un círculo de intriga con desenlace impactante.

    Un abrazo.

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  4. Buenísimo! No me esperaba ese final, como debe ser.

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  5. ¡Qué bestialidad! Golpe en el centro del cerebro. Tema original. Estilo único. Vamos allá.
    Un fuerte abrazo,
    PABLO GONZ

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  6. No en vano fue ganador del mes de noviembre de 2008 en la primera edición de microrrelatos de abogados. Recuerdo que,justo en esa época, me enganché al concurso y este micro me pareció soberbio.

    Un saludo

    R.A.

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