Paseaba yo junto a mi querido Wurlington por una playa del mar Menor. Le contaba que es en vacaciones, libre de horarios, cuando recuerdo mis sueños más fácilmente.
Wurlington movió las orejas en un gesto que le caracteriza, y que indica que está prestando la máxima atención.
Wurlington siempre ha querido ser un experto en la interpretación de los sueños. Yo no digo que no lo sea; sólo pienso que es muy poco convincente. Una vez quiso persuadir a Lady Traumworth de que aquellas pesadillas en las que despertaba bañada en sudor y gritando ¡Tally-ho!; eran consecuencia de su afición al bacarrá, y hacían obvia alusión al calor que hace en los casinos. Fue entonces cuando descubrimos que Wurlington era el único que desconocía la sórdida relación entre Lady Traumworth y el mozo que cuidaba de los perros de Lord Traumworth. También fue entonces cuando Lord Traumworth decidió doblar el número de perros en su jauría. Al mismo tiempo contrató a un nuevo mozo, más apuesto y más alto que el primero. Luego compró pistolas para ambos.
Por ésta y por otras historias semejantes ya nadie hace caso de las interpretaciones de Wurlington acerca de los sueños, si bien las escuchamos con sumo deleite, siempre dispuestos a sonreír y a avisarle de algún romance que le haya pasado desapercibido.
Bien. Yo acababa de contarle a Wurlington que había soñado con mi mujer. Él apenas me dio tiempo a entrar en detalles y ya estaba disertando acerca de la conveniencia de soñar con una u otra mujer, para acabar rematando el discurso con un rotundo:
–Soñar con la mujer de uno mismo significa, sin duda, una restricción evidente del sueño, al que se limita, se recorta, se lo aleja del reflejo del subconsciente. Querido, los sueños son para rozar con la punta de los dedos todo aquello que de verdad deseamos... Y, ¡oh!... ¡Oh, cielos, rufián afortunado! ¿De verdad soñó usted con su mujer?
Wurlington movió las orejas en un gesto que le caracteriza, y que indica que está prestando la máxima atención.
Wurlington siempre ha querido ser un experto en la interpretación de los sueños. Yo no digo que no lo sea; sólo pienso que es muy poco convincente. Una vez quiso persuadir a Lady Traumworth de que aquellas pesadillas en las que despertaba bañada en sudor y gritando ¡Tally-ho!; eran consecuencia de su afición al bacarrá, y hacían obvia alusión al calor que hace en los casinos. Fue entonces cuando descubrimos que Wurlington era el único que desconocía la sórdida relación entre Lady Traumworth y el mozo que cuidaba de los perros de Lord Traumworth. También fue entonces cuando Lord Traumworth decidió doblar el número de perros en su jauría. Al mismo tiempo contrató a un nuevo mozo, más apuesto y más alto que el primero. Luego compró pistolas para ambos.
Por ésta y por otras historias semejantes ya nadie hace caso de las interpretaciones de Wurlington acerca de los sueños, si bien las escuchamos con sumo deleite, siempre dispuestos a sonreír y a avisarle de algún romance que le haya pasado desapercibido.
Bien. Yo acababa de contarle a Wurlington que había soñado con mi mujer. Él apenas me dio tiempo a entrar en detalles y ya estaba disertando acerca de la conveniencia de soñar con una u otra mujer, para acabar rematando el discurso con un rotundo:
–Soñar con la mujer de uno mismo significa, sin duda, una restricción evidente del sueño, al que se limita, se recorta, se lo aleja del reflejo del subconsciente. Querido, los sueños son para rozar con la punta de los dedos todo aquello que de verdad deseamos... Y, ¡oh!... ¡Oh, cielos, rufián afortunado! ¿De verdad soñó usted con su mujer?