martes, 24 de abril de 2012

Allí

En un pueblo que se llamaba Visavis había dos casas enfrentadas. Dos puertas, doce ventanas, cientos de agujeros en las fachadas. Y una fuente en la calle. Mugía una vaca con hambre detrás de cada casa. También había dos teléfonos sonando para ver qué tal está el abuelo.

5 comentarios:

  1. Me parece que la fuente está seca, como las ubres de las vacas. O quizá de su caño brotan aguas envenenadas.

    Ojalá fuese Gila quien cogiese el teléfono. No sé si la guerra terminaría, pero lo que nos íbamos a reír...

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  2. La soledad, la vorágine de la vida después de la guerra, de la muerte, y del objeto que resta como vestigio del desaliento. Un mugido de vaca y un teléfono sonando. Poesía.

    Un texto de autor, excelente.

    Abrazos.

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  3. Queda sutilmente abierta la posibilidad de que una lucha fraticida fuera, al abuelo están buscando. Muy real, muy bueno.

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  4. En tan pocas líneas se cuenta mucho y, sobre todo, queda la puerta abierta a la imaginación.
    Enhorabuena, una historia muy visual.

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  5. Odys, sin duda Gila lo arregaría todo, no es mala idea.
    Abrazos astures

    Agus, mil gracias. El vestigio, sí, inútil al final. Aunque tan útil y descriptivo.
    Abrazo

    Petrus, sutil y abierto, suena bien. Muchas gracias.
    Abrazo

    Alex, muchas gracias, y bienvenido.
    Saludos

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