La araña tiene esos ojos, ocho, bixenon, adaptativos; asistente de aparcamiento para la jungla y almohadillas en los tarsos de su tracción total. Navegador no lleva, porque siempre anda cerca, saltando, precisa, en un ir y venir meditado.
Llama la atención el palpo, engrosado, erguido, gemelo inverso de su destino, que acciona el émbolo con el gesto del espía que coloca un micrófono bajo la mesa.
Y la seda, cribelo, calamistro de algunas, monstruos perfectos de la ingeniería animal, incomprensibles para la estupidez humana.
Detrás de esta pieza hay una matemática perfecta que late a través de cadencia, ritmo y lenguaje. En síntesis, poética. Desde, para, el desquicio. Genial, otra vez.
ResponderEliminarAbrazos.
Bueno, me encanta esta precisión científica con que vistes hoy tu ironía. Es un registro que no te había leído, y en mi opinión (¿vale mi voto? porque yo, votar, voto) podrías explotarlo más, a mí me encanta. Las comparaciones son impagables, como el sarcasmo final.
ResponderEliminarBesos
He tenido que vencer mi aracnofobia para poder leerte, pero bueno, ha valido la pena.
ResponderEliminarMe gusta ese engranaje de palabras que tejes, como si fuera una tela para atrapar a lectores incautos, con esas palabras jugosas que sirven de cebo.
ResponderEliminarGracias a todos, y perdón por la tardanza.
ResponderEliminarLas arañas han sido una de mis pasiones. Son las inventoras de la precisión, la optimización y el diseño innovador.
Abrazos
Impresionante! Todo el relato y la sacudida del hilo final.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo!
Abrazos