Vuelvo a casa de noche. Veo un perro cruzar la calle con su dueño. Contemplo el pelaje recio, la línea del lomo, la fuerte mandíbula, su mirada indómita, y comprendo el vínculo que le une al lobo salvaje. Los pies del dueño no tocan el suelo, los brazos sí. El perro trota obstinado.
Vuelvo a casa de noche. Un perro cruza la calle con su dueño. Es un perro fuerte. Se ve al lobo que habitó en él. El dueño es bastante grande. Aun así, el perro lo arrastra obstinado.
Gracias por compartir el proceso de escritura. Es interesante ver cómo el texto de ha ido despojando y concentrando. Parece como si al eliminar los detalles realistas hubieses abierto la puerta a esa imagen final, tan visual y fantástica al mismo tiempo.
Esta es una muestra exquisita de la manera en que un escritor trabaja un texto, y más un texto de microrrelato, donde las descripciones se van quedando en detalles imprescindibles y precisos. Bien usado el estilete, ha quedado magnífico. Un abrazo.
Muy bueno. Me recordó a este mío de hace tiempo, en la estructura...
Otro punto de vista: Atónito, compruebo que del humo suspendido en el aire, nace un puro que se balancea sobre los labios de una boca cerrada que se aferra a un rostro de un hombre serio. Pero lo más sorprendente es que de la mano derecha del hombre serio se prolonga una pistola que apunta directamente sin disimulo a mi entrecejo. Y no sé si toser por el humo, gritar, rezar o temblar de miedo.
De las tres versiones, sin duda la que has elegido es la mejor, claro contando el título,que en las otras dos no nos dices, y supongo que no es el mismo, ya que nombras al lobo en sendos micros, y en la última lo dejas para el título, que es magistral, y le da al micro mucha mucha fuerza.
Me gustó, Gabriel. Tres pedradas (son pedradas por el punto y aparte) y un rocazo (es rocazo por el tema). Le encuentro un aire oriental delicioso (con el connatural matiz de humor británico). Abrazos fuertes, PABLO GONZ
Elisa, gracias, llevaba tiempo queriendo hacer algo así, un esquema de escritura, de su proceso. Las opiniones sobre lo necesario o lo innecesario de lo que se ha quedado en el camino pueden ser de mucha ayuda.
Araceli, yo también la prefiero, aunque creo que he perdido la imagen en la que se ve que el perro viene del lobo.
Maite, gracias. Las descripciones pueden ayudar a centrar la atención, aunque en este caso estaban para desviarla -en las primeras versiones-, ya que nos hablaban del animal, y no de la situación.
Patricia, gracias por volver. Fue un alivio encontrar la imagen de la correa -y el verbo colgar-.
Juan, un honor teneros de espectadores.
Agus, gracias. Abrazo prieto.
David, recuerdo muy bien ese micro tuyo. Me impresionó. Es como uno de esos dibujos que no se sabe lo que son hasta el penútimo trazo. Genial, ya te lo dije entonces.
Bea, abrazo. La repetición de estructura y de palabras en poco espacio suele tener como consecuencia eso que comentas. A veces parece que has leído algo que no está. Como cuando te pinchan en dos puntos muy cercanos y no sabes si ha sido en el mismo sitio las dos veces. Lo que convierte al perro en lobo es la última línea, cierto, y quise que también lo hiciera el título. Aunque en el fondo -de ahí lo específico- el perro es la misma especie que el lobo, de hecho una subespecie (Canis lupus familiaris). Por eso tan lobo es uno como otro. Por eso el hombre es un lobo para el hombre, y es un perro para el hombre. Y por eso el lobo, o el perro, pueden llevar al dueño en la boca. ¿Quién es ahora la mascota, la víctima?
Gracias, Ángeles. Me costó un buen rato hallar el título adecuado.
Ro, mil gracias. La concisión en los comentarios también estremece.
Pablo, curioso lo de oriental. Yo también le veo algo, probablemente estructural, con los principios de las fábulas chinas. Me ha gustado lo de las pedradas. ¿Tiene que ver con tu tendón? Saludos.
¡Puck! Pobre bicho. El arrepentimiento en un animal es una escena muy dura de observar. Si es que en este caso lo hay. Igual no, el dueño tenía mala cara.
David, sí que tiene un algo de trabalenguas, es verdad. Puede ser un riesgo. Probaré a hacer lo que ha comentado Pablo otras veces: leer en voz alta. Es, probablemente la mejor forma de limar y de encontrar aristas.
Cuando leí lo publicado pensé: "Sería un perro grandote." Luego he leído tu primer comentario y me he encontrado con otro microrrelato. Aunque el publicado no dice tanto, si que deja un universo de posibilidades. La primera versión previa me gustó también mucho. Sobre todo: "Los pies del dueño no tocan el suelo, los brazos sí." También me llamó la atención en todos las versiones la palabra "dueño".
Versiones previas fueron:
ResponderEliminarVuelvo a casa de noche. Veo un perro cruzar la calle con su dueño. Contemplo el pelaje recio, la línea del lomo, la fuerte mandíbula, su mirada indómita, y comprendo el vínculo que le une al lobo salvaje. Los pies del dueño no tocan el suelo, los brazos sí. El perro trota obstinado.
Vuelvo a casa de noche. Un perro cruza la calle con su dueño. Es un perro fuerte. Se ve al lobo que habitó en él.
El dueño es bastante grande. Aun así, el perro lo arrastra obstinado.
Gracias por compartir el proceso de escritura. Es interesante ver cómo el texto de ha ido despojando y concentrando. Parece como si al eliminar los detalles realistas hubieses abierto la puerta a esa imagen final, tan visual y fantástica al mismo tiempo.
ResponderEliminarMe gusta la tercera opción, la que finalmente has elegido, que me parece muy buena.
ResponderEliminarEsta es una muestra exquisita de la manera en que un escritor trabaja un texto, y más un texto de microrrelato, donde las descripciones se van quedando en detalles imprescindibles y precisos. Bien usado el estilete, ha quedado magnífico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muuuuuuuuuy bueno. Así queda demostrado que cuando de literatura se trata frecuentemente sucede que menos es mas.
ResponderEliminarestá muy bueno, esas inversiones de lógicas le voltean a uno el cerebro. Y gracias por hacernos espectadores del proceso.
ResponderEliminarEntro en el blog de Gabriel.
ResponderEliminarLeo el micro.
Vuelvo a leerlo.
Y lo leo por última vez.
Pienso: genial.
Como siempre.
Un abrazo.
Muy bueno. Me recordó a este mío de hace tiempo, en la estructura...
ResponderEliminarOtro punto de vista:
Atónito, compruebo que del humo suspendido en el aire, nace un puro que se balancea sobre los labios de una boca cerrada que se aferra a un rostro de un hombre serio. Pero lo más sorprendente es que de la mano derecha del hombre serio se prolonga una pistola que apunta directamente sin disimulo a mi entrecejo. Y no sé si toser por el humo, gritar, rezar o temblar de miedo.
Un saludo indio
No sé si lo he interpretado bien, pero me pareció leer esto que te voy a decir pero veo que no es lo que pone:
ResponderEliminarDe la boca del perro cuelga la cabeza del dueño.
En cualquier caso la última línea es la que convierte al perro en un lobo.
Gran efecto en cuatro líneas.
Un abrazo
Bea
De las tres versiones, sin duda la que has elegido es la mejor, claro contando el título,que en las otras dos no nos dices, y supongo que no es el mismo, ya que nombras al lobo en sendos micros, y en la última lo dejas para el título, que es magistral, y le da al micro mucha mucha fuerza.
ResponderEliminarMis felicitaciones Gabriel.
La publicada porque lo que decías en las otras dos sobre el perro y sus ascentros lobunos lo dices en el título y olé.
ResponderEliminarMe gustó, Gabriel. Tres pedradas (son pedradas por el punto y aparte) y un rocazo (es rocazo por el tema). Le encuentro un aire oriental delicioso (con el connatural matiz de humor británico).
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Genial. guau!!!Perdón, que con la boca llena no se habla. jaja. saludillos
ResponderEliminarMuy bueno, parece un trabalenguas o una ronda. Me gustó.
ResponderEliminarUn abrazo.
Elisa, gracias, llevaba tiempo queriendo hacer algo así, un esquema de escritura, de su proceso. Las opiniones sobre lo necesario o lo innecesario de lo que se ha quedado en el camino pueden ser de mucha ayuda.
ResponderEliminarAraceli, yo también la prefiero, aunque creo que he perdido la imagen en la que se ve que el perro viene del lobo.
Maite, gracias. Las descripciones pueden ayudar a centrar la atención, aunque en este caso estaban para desviarla -en las primeras versiones-, ya que nos hablaban del animal, y no de la situación.
Patricia, gracias por volver. Fue un alivio encontrar la imagen de la correa -y el verbo colgar-.
Juan, un honor teneros de espectadores.
Agus, gracias. Abrazo prieto.
David, recuerdo muy bien ese micro tuyo. Me impresionó. Es como uno de esos dibujos que no se sabe lo que son hasta el penútimo trazo. Genial, ya te lo dije entonces.
Bea, abrazo. La repetición de estructura y de palabras en poco espacio suele tener como consecuencia eso que comentas. A veces parece que has leído algo que no está. Como cuando te pinchan en dos puntos muy cercanos y no sabes si ha sido en el mismo sitio las dos veces.
Lo que convierte al perro en lobo es la última línea, cierto, y quise que también lo hiciera el título. Aunque en el fondo -de ahí lo específico- el perro es la misma especie que el lobo, de hecho una subespecie (Canis lupus familiaris). Por eso tan lobo es uno como otro. Por eso el hombre es un lobo para el hombre, y es un perro para el hombre. Y por eso el lobo, o el perro, pueden llevar al dueño en la boca. ¿Quién es ahora la mascota, la víctima?
Gracias, Ángeles. Me costó un buen rato hallar el título adecuado.
Ro, mil gracias. La concisión en los comentarios también estremece.
Pablo, curioso lo de oriental. Yo también le veo algo, probablemente estructural, con los principios de las fábulas chinas.
Me ha gustado lo de las pedradas. ¿Tiene que ver con tu tendón?
Saludos.
¡Puck! Pobre bicho. El arrepentimiento en un animal es una escena muy dura de observar. Si es que en este caso lo hay. Igual no, el dueño tenía mala cara.
David, sí que tiene un algo de trabalenguas, es verdad. Puede ser un riesgo. Probaré a hacer lo que ha comentado Pablo otras veces: leer en voz alta. Es, probablemente la mejor forma de limar y de encontrar aristas.
Saludos a todos.
Gabriel
Me gusta el zoom que vas aplicando al micro, de imágenes y significado.
ResponderEliminarAbrazos.
Impactante. Me has hecho mirar a mi perro con otros ojos. Menos mal que sólo pesa once kilos y es de carácter escubiduísta...
ResponderEliminarGracias, Jesus. Un honor.
ResponderEliminarOdysteus, majo; tu perro (¿qué es? ¿border collie con pastor australiano?) tiene pinta de no morder muy fuerte.
Saluuuuudos
Cuando leí lo publicado pensé:
ResponderEliminar"Sería un perro grandote."
Luego he leído tu primer comentario y me he encontrado con otro microrrelato. Aunque el publicado no dice tanto, si que deja un universo de posibilidades.
La primera versión previa me gustó también mucho. Sobre todo: "Los pies del dueño no tocan el suelo, los brazos sí."
También me llamó la atención en todos las versiones la palabra "dueño".
Un abrazo, Gabriel
Con los microcuentos pasa como con los perfumes.
ResponderEliminarEs un texto genial, la tercera opción es fantástica.
Un saludo. Iria L.