A mi hermana le pisó un cóndor, no es cosa de broma. Por un momento sus miradas se encontraron. Aquella especie de pollo antediluviano clavó sus ojos milenarios en el dulce verdor del iris de mi hermana, como queriendo disculparse.
El cóndor se fue después, paseando con un tambaleo insultante; mientras mi hermana se frotaba el arañazo del tobillo derecho.
Desde entonces, cada solsticio de invierno, el pie de mi hermana se pone negro, mientras ella construye pequeñas pirámides con adoquines, tararea extrañas melodías y observa, llorando, la salida y la puesta de sol.
Claramente está que ella leyó demasiados ejemplares de la revista condorito.
ResponderEliminarSi la ves subirse a la montaña más alta, échale un paracaídas a la espalda.
ResponderEliminarUn abrazo a la mujer cóndor
Sufre una transformación del tipo hombre lobo pero en mujer cóndor, jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Supongo que estamos ante la primera versión. Quizás la más lógica. De momento, todo el puzzle encaja a la perfección. No obstante, me inquietan esa mirada de disculpa, el tambaleo al alejarse y el pie negro. Espero con ansias las sucesivas variaciones. Excelente, Gabriel.
ResponderEliminarAbrazos.
Maravilloso. Yo quisiera haber escrito algo así. De hecho, lo voy a escribir con mi prima y una paloma, aunque claro le faltaría el brillo. Bueno: abrazo, mirada seca, "maravilloso", abrazo, lágrima.
ResponderEliminarPABLO GONZ
Me ha dejado una sensación desoladora, de mundo olvidado, de desagradecimiento, de aniquilamiento. Y la pobre hermana con el pie negro, que menos mal por otro lado.
ResponderEliminarAbierto a interpretaciones pero, sobre todo, a sensaciones.
Un abrazo, Gabriel.
Estás de un precolombino que te sales.
ResponderEliminarCreo que es más raro que le pise un cóndor a uno a que le caiga un rayo.
Un abrazo, Gabriel.
Enhorabuena Gabriel! Gran micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal vez algo parecido les ocurrió a Simon & Garfunkel con la canción el Cóndor pasa. O es una especie de criptonita de superman, pero a lo mujer-cóndor. Espero la segunda versión ansiosa (y II). Abrazos.
ResponderEliminarNo siento compasión por la hermana. Más bien parece que se ha enriquecido con el pisotón y puede hacer cosas que como humana no haría.
ResponderEliminarMe gustó mucho, Gabriel.
Besos, hoy volados por si los bichos.
Hum... no sé Gabriel, a mí este micro no me termina de convencer. Eso de que un cóndor te de un pisotón me parece más absurdo que mágico y no creo que esa sea tu intención. Un picotazo o que se pose encima del pie pase, pero un pisotón... Sé que no soy la más indicada para hacer este tipo de críticas porque yo también tengo textos de este estilo, pero aún así me escama. No te lo tomes a mal, ¿eh?
ResponderEliminarUn abrazo :)
Hay en Navarra un "parque de la naturaleza" donde hacen, entre otras cosas, una exhibición con aves rapaces. Una de las aves es un cóndor, que desciende volando desde una colina hasta el anfiteatro donde está el público. A mi hermana le pisó un cóndor, de verdad. Busqué en internet antes de publicar el micro, y he leído que no es la única. En cada sesión hay 20 o 30 candidatos a que les pise el cóndor al volver a su jaula.
ResponderEliminar¿Cómo desaprovechar una frase así? Absurdo, sí, como que te caiga al coche un delfín en una autopista.
Por otro lado, que te pise un cóndor es algo así como tocar la piedra Rosetta, o abrazar un olivo milenario.
El micro tiene algo de tontería; y algo de lo que dice Jesus, de pérdida, de honor, de respeto al rey de la cultura del sol, que puede, al arañar, transmitir algo de lo que fue aquel saber de los astros...
Saludos confusos y experimentales
Gabriel
Ahhhhhhhhhhhh, pues no sabía yo eso. Fíjate, o sea que en verdad los cóndores te pisan. No sé, es que no sonaba mucho a acción que hace un ave. Sí que había captado la esencia del micro, pero la mística final perdía fuerza para mí tras leer lo del pisotón, jejeje. En fin, me acuesto sabiendo algo nuevo (espero no haber olvidado ninguna de las fórmulas de mi examen a cambio).
ResponderEliminarBesos ignorantes
:)
Como dicen en algunos sitios de Colombia: "Me peinaste".
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí me ha pasado como a Jesus, me ha recordado a una cultura perdida, la Inca, que es por donde habita el cóndor (creo), el ave voladora más grande del mundo, y me suena a esa venganza por la cultura perdida, por la conquista. En cuanto a lo de tu hermana, la realidad a veces es más inverosímil que la ficción, de hecho, me parece más inverosímil o de tu hermana que el microrrelato. Inquietante.
ResponderEliminarEsas melodías son exquisitas, quizá le salía voz de quena.
ResponderEliminarUn abrazo
intraquilizante, lo de las pirámides me unió todo el texto, muy bueno.
ResponderEliminarComo siempre dejas a uno con la boca abierta (yo siempre tengo que pasar muchas veces por aquí antes de comentar).
ResponderEliminarLo que me gusta, y más después de leer tu comentario, es esa división que haces en dos partes: la parte más prosaica, anecdótica y, quizás, surrealista (detalles cómicos referidos al cóndor: "Aquella especie de pollo", "paseando con un tambaleo insultante") que corresponde a los dos primeros párrafos y después el último párrafo, donde se despliegan imágenes trascendentes, religiosas y con ecos recónditos (solsticios, pirámides, extrañas melodías....) Es una relación causa-efecto de gran desarrollo con ecos mágicos y extraños.
Me gustó mucho, Gabriel. Un fuerte abrazo.