Mamá era plañidera en una fábrica de pañuelos. Tenía los ojos marrones, de hayedo húmedo, descoloridos y azules de tan gastados. Empapaba los pañuelos y decía «una capa más, un gramo menos de fibra».
Mamá no tenía horario, se iba cuando le dolía la cabeza, y a menudo trabajaba en casa. Le pagaban el desconsuelo a peso.
Así nos mantuvo durante años, hasta que un día se secó y murió sentada en el sofá; con la foto de papá en una mano y un paquete de «aloe tissue fresh sensation» en la otra.
Se puede decir, por lo tanto, que murió con las botas puestas.
ResponderEliminarMe gustó mucho el micro y lo cierto es que no sé como harán para decidir si una capa más o un gramo menos de fibra.
Un beso, Luisa
Pobre mujer, supongo entonces que no llegó a conocer el aloe tissue superfresh sensation?
ResponderEliminarMe está usted saliendo muy poético, don Gabriel.
Qué triste, no sé si fue una mujer realizada... No probar el alloe tissue fresh sensation... Ays
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Bueno al menos le sacó rendimiento a sus lágrimas...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Me ha gustado el giro final del "aloe tissure..."; hasta entonces la palabra plañidera me hacía retroceder en el tiempo.
ResponderEliminarMuy original, eso de dar salida profesional al disgusto. Igual es buena idea para tiempos de crisis...
Besos
Comprometida con la empresa hasta última hora.
ResponderEliminarHay un interés desmedido por el objeto. En éste y en el anterior. El objeto en sí, posicionado respecto a la vida, respecto a la muerte. Entre, antes, bajo, contra, después....
ResponderEliminarGenial, otra vez.
Abrazos.
Sin palabras. Veo la imagen. Más allá del surrealismo de una plañidera en una fábrica de pañuelos, me quedo con esa imagen final. Me gustó mucho
ResponderEliminarsaludillos
Terrible imagen, de esas que no se olvidan. Bravo.
ResponderEliminarHay labores que no se pagan con nada. Y compromisos que nos acompañan hasta nuestro segundo final.
ResponderEliminarUna historia abierta a la imaginación aunque con una vida cerrada.
Saludos mediterráneos.
Hasta el final metida en su tarea
ResponderEliminarUn abrazo
A menudo trabajaba en casa. Genial.
ResponderEliminarY ese final de fresh sensation que no sé si nos lleva a pensar que tanta modernidad nos acabará por secar en el sofá a todos. A saber.
Genial,
Abrazos
Luisa, exacto, con las botas puestas. Pasé con el tren por delante de una fábrica de pañuelos, y se me ocurrió qué control de calidad tendrían, quién les llora y les moquea...
ResponderEliminarAbrazo
Odys, no llegó, no. Siempre he sido muy poético, pero no encuentro más que trabas mundanas...
Abrazo
David, probablemente no fue muy realizada, aunque encontró su lugar. Un lugar de mierda, eso sí.
Abrazo
Rosa, lo del rendimiento es siempre relativo.
Abrazo
Susana, el disgusto suele ser muy poco productivo, pero la vida a veces lo paga bien caro.
Abrazo
Adivín, qué más habría querido ella que una buena huelga de lágrimas retenidas...
Abrazo
Agus, el objeto, tangible, suele ser lo que nos agarra a la vida, lo otro es aire.
Abrazo
Puck, mil gracias. De imágenes vive el micro.
Abrazo
Araceli, gracias. Alrededor de las madres suele haber imágenes terribles, bien tapadas, pero terribles.
Abrazo
Gala, cierto; ahí está el quid. Impagos y compromisos. Gracias por el acierto y por pasar.
Abrazo
Lapislázuli, hasta el final, así es. Gracias por pasarte.
Abrazo
Xesc, gracias. El final pretende ser un golpe en el fiel de la balanza que intenta equilibrar nuestros destrozos con la supersensación, el megaconfort y la chachifelicidad inerte.
Abrazo