El hombre cuya cabeza se inclinaba hacia la izquierda conoció en el autobús a una mujer cuya cabeza se inclinaba a la derecha. Tras unos instantes durante los cuales ambos pensaron que el otro les tomaba el pelo, se sonrieron, hablaron de casi todo, fueron a tomar café y acabaron besándose.
La primera vez que fueron al cine, ella se sentó a la izquierda y él a la derecha, de modo que sus cabezas se rozaban a cada momento, y se apoyaban la una en la otra durante las escenas de amor.
El día que fueron a la librería, ambos hicieron un esfuerzo e inclinaron las cabezas al lado opuesto. Así pudieron leer los títulos de los libros que el otro hubiera comprado.
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