lunes, 8 de abril de 2013

Cruzando

Enormes fragmentos de espejo roto flotan a la deriva en un mar de mercurio. Dalma gatea extraviada sobre el cristal; una mano se le hunde en el líquido y la retira veloz, con asco, con rabia. Las gotas de mercurio retroceden desde sus dedos y caen de nuevo, pacientes, sabedoras de que volverán. Dalma gatea en círculos, en zig-zag, en vano. Hunde otra vez un dedo, un codo; hasta el hombro ahora. Su rostro descansa en el filo del espejo, y su boca roza el suave mercurio, que la acaricia, que la acuna.
Dalma gira el rostro y lo introduce allí, despacio, con las manos apoyadas en una postura de leona sedienta derrotada. Y aspira, bebe, traga, esnifa el mercurio, que tarda en entrar pero vuela al seguir entrando. Sus brazos sienten el nuevo peso que la posee y la envuelve y la recorre hasta teñir de azogue las uñas de los dedos de sus pies.
Plateada, conquistada, Dalma mantiene esa apariencia de bebedora de charca. Y entonces sopla, grita, escupe y vomita con todas sus fuerzas; hasta que el cuerpo de carne comienza a salir del disfraz de mercurio.

Al otro lado, Alice, sentada en la hierba junto al lago, observa el agua hincharse, el surtidor plateado; ve salir una lengua larva que tantea el mundo nuevo, una boca crisálida que la sigue y la encierra; un cuello que pasa alrededor de la boca, una cabeza metamorfosis alrededor del cuello. Y ve a Dalma brotar, parirse marcha atrás en la superficie del lago con un suspiro de termómetro roto.

-Diecisiete, conejo. Ya son diecisiete –dice Alice-. Están viniendo todos.



Este texto forma parte de la antología Destellos en el cristal, editada por la Internacional Microcuentista.


5 comentarios:

  1. Soberbio, me encantaatnacneem, oibreboS

    ResponderEliminar
  2. Qué angustia. El ritmo (para mí pausado) acelera mi pánico, además de verse la escena. Lo de la carne salirse del disfraz y el suspiro de termómetro roto me ha encantado. El giro final me arranca una sonrisa macabra. Y mira que todo ello no deja de ser una metáfora del descubrimiento de la felicidad, del dejarse el disfraz y pasarse al mundo de la ilusión. En fin, Gabriel, que ¡joder! cómo escribes. Felicidades por estar en esa antología, en la que aparezco con el nombre de pila: Javier Jiménez. Nos leemos en el otro lado.

    ResponderEliminar
  3. Fantástico micro, Gabriel, en el que el movimiento de su péndulo narrativo acuna al lector a medida que este disfruta del fuelle argumental. Virtuosa elección del lenguaje, con gran potencia semiótica.

    A mí, en lo que a esta antología se refiere, me llena de orgullo poder decir que me pueden encontrar junto a tus letras.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias, Alb, Ximens, Pedro.
    Abrazo

    ResponderEliminar
  5. Encantada de tenerte frente a frente: o de lado-costado, acaso de perfil.
    Vertiginoso hasta la desolación.
    Un fuerte abrazo, Gabriel

    ResponderEliminar