En la sala de disección nunca se mueve nada. Los cuerpos, acartonados, descansan sobre las camillas mientras esperan a los estudiantes. Hoy no hay muertos a la vista. Sólo sábanas en el suelo y un rastro de charcos de formol hasta el aula; y allí, un rumor de voces sin laringe, un olor a pedos sin tripas, una pena de almas sin cerebro. Y al fondo, entre maternal y enloquecida, la voz de Damián, el vigilante, que les canta: «cura, sana, cura, sana, culito de rana».
Es un texto que llega a olerse. ¡Brutal!
ResponderEliminarLa canción define al personaje y se le queda a uno en la cabeza, dando tumbos. Una pieza de autor.
ResponderEliminarAbrazos.
Fantástico microrrelato que, como dice Araceli, en esta ocasión es más oloroso que visual. Bien por ahí, por lo que tiene de original y lo bien que funciona. Hay otra cosa que me gusta muchísimo que es la muy tardía inclusión del personaje, con la aportación que tiene al micro porque cuando parecía que todo se quedaba en una escena rotunda se convierte en un cuento de tierna locura, con lo que tiene de desconcertante y el efecto de subida de tensión en un texto que no parecía ya con margen de crecer.
ResponderEliminarY claro, de algún modo, me siento identificado. No en vano soy vigilante y trabajo en un depósito, claro que mi depósito es de coches y no necesariamente desahuciados (aunque es cierto que canto tan mal que podría, yo también, resucitar a los muertos).
Abrazos, Gabriel
Buena descripción de un paisaje en el que la única persona viva que aparece es también parte de un bodegón, de "naturaleza muerta", de olores fosilizados, la única compañía de los que ya no están. Una vez hicimos un reportaje sobre un depósito depósito de cadáveres de una Facultad de Medicina y el vigilante era exactamente igual, era un contraste brutal, y me ha recordado a él tu personaje.
ResponderEliminarPlas, plas, plas. Título conciso y enigmático. La primera frase engancha. La imagen, o más bien, el olor del micro es genial y ese final... Todo esto para decir que me ha encantado.
ResponderEliminarsaludillos
Madre mía Gabriel,
ResponderEliminarYa te lo han dicho todo, la efectividad de los olores, la descripción de lo inmóvil... y el vigilante que canturrea una canción infantil para curar pupitas. El contraste es magistral, no sé qué más decir. Me encantó.
Felicidades y abrazos
Aparte de todo lo que dicen, para mí lo mejor entre la escena desoladamente bien descrita y la ternura de la canción que tantas veces habré cantado.
ResponderEliminarVoy a atreverme con un comentario del nuevo impulso "ablaccero". Es decir: a contracorriente de la línea laudatoria general, honesto y bien argumentado (esto tiene que ver con algunos hilos de discusión de por ahí por el feisbuss). En realidad, Gabriel, te voy a comentar como he hecho siempre. No hagas caso a lo anterior, que estoy aludiendo a otro tema de forma tangencial (cosa que no me gusta hacer pero que hoy me ha salido así).
ResponderEliminarFíjate, la escena me parece brutal. No solo la escena, sino la manera en la que vas desplazando la cámara, de forma tan sutil, a través de la referencia al rastro de formol, de un lugar a otro. Diría que logras crear un efecto muy cinematográfico con apenas un par de detalles: por un lado, con el que te he dicho, y, por el otro, con la utilización del adverbio "allí", cuya connotación de lejanía a mí me sitúa avanzando por el pasillo, con la sensación de que la canción de fondo va aumentando su intensidad en esa progresión.
Después encadenas tres de tus habituales imágenes demoledoras, pero la segunda ("el olor a pedos sin tripas"), me da la sensación de que disuena con el resto del conjunto. Disuena estilísticamente y sensorialmente. De forma paradójica, esa imagen concentra toda la fuerza sensitiva del micro. Pero es tan intensa y tan escatológica (te juro que la huelo, que me provoca arcadas) que, al menos para mí, el resto del micro queda eclipsado ante ese efecto tan torrencial.
Claro, cómo se plantea uno quitar una imagen que provoca semejante efecto. Quizás toda la originalidad y la esencia del micro esté en esa diferencia de densidades. No sé. Pero lo cierto es que, en mi caso, tengo que hacer un esfuerzo enorme para visualizar la imagen global del micro porque estoy con una boca en la mano conteniendo la arcada. No sé si me he explicado.
La letanía final, enloquecida e infantiloide, contribuye muy bien, en dos trazos, a la caracterización del vigilante pirado.
Conclusión: no sé qué decir. Pero no porque quiera matizar nada de lo dicho, sino porque verdaderamente me desconcierta. Me desconcierta precisamente lo que te he dicho antes, la diferencia de densidades sensoriales.
Del resto del micro, ya te lo han dicho todo. Y ahí coincido con el resto. Destaco las otras dos imágenes, las que acompañan a la fuente de mi turbación. Ambas geniales.
Un abrazo, Gabriel.
Si necesita refuerzos, me voy para allá y le ayudo con una nana, que a mí lo de cantar se me da muy bien. Me gustó este intento de resucitar muertos, este intento de hacer un milagro más necesario que nunca hoy en día. Porque almas en pena, a patadas.
ResponderEliminarAbrazos muy vivos.
Impresionante texto.
ResponderEliminarVengo de casa de Nel, atraida por las letras que nos ha mostrado. Compruebo que tu linea imaginativa y sorprendente es una tónica dominante en tus escritos.
Con tu permiso me quedo en tu casa.
Un abrazo, desde el mediterráneo.
Me desconcertó, en la primera lectura, que sea una "sala de disección". A mí esa palabra me lleva directamente a la disección animal, y entonces no me cuadra que el vigilante intente sanar a los muertos (a menos que sea un amante de los animales, que por qué no, claro; pero nada más me lo indica, y así, desprevenidamente, yo lo primero que veo son estudiantes de una facultad de medicina). Te lo comento porque luego uno se adapta al texto y listos, no pasa nada, pero como persona lega, leguísima, en la materia, me tropecé en esa duda. Por si te sirve, nada más.
ResponderEliminarAl margen de eso, lo he leído varias veces y confirmado repetidamente que me gusta la habilidad y sobriedad técnica del texto, la precisión de las imágenes, la aparición sesgada del protagonista.
Abrazos
Un micro cuasi-cinematográfico...
ResponderEliminarCon movimiento, imágenes, olores, música...
Uf, que completo Hombre!!!!!
Te sigo desde el blog de Adivín... Y lo ien que he hecho...
Saludos
He llegado tarde y ya te han dicho todo lo que me hubiera gustado decirte, pero aqui estoy, leyendo tu blog encantada porque me gusta lo que leo.Me he hecho tu seguidora, así ya no me perderé ninguna de tus actualizaciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Vengo de casa de Adivín y es un placer leerte.
ResponderEliminarSaludos desde el aire
Escribes variadisimo, jaja. Te sigo
ResponderEliminarPues bien, a mí sencillamente me gusta.
ResponderEliminarEs un desparramo, una imagen loca, surrealista, tierna y a la vez brutal. Como es un micro que conozco, me paro a pensar en lo que dice Iván y creo que tiene razón, pero pasado ese mínimo estupor pienso que las ventosidades funcionan. Lo que te dice Susana me ha hecho pensar y mucho. Yo directamente imaginé una morgue, o sea el depósito de cadáveres... y no me di cuenta del matiz disecciòn. Pero claro puede ser el depósito de la facultad de medicina, y los cadáveres con los que practican...en fin que me gusta. Ya lo sabes
Difícil cura tienen. Sigue siendo así de increíble.
ResponderEliminarSaludos incontinentes
Hola: Llegué a través del blog de Adivín, me encontré con una entrada potente, de esas que pintan al escritor con todos sus colores. Si me permites, voy a quedarme.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
PD: Por cierto, en la imagen de la TC que está en tu perfil, ten cuidado, hay algo que no me gusta del contorno del lóbulo occipital izquierdo ;)
Araceli, gracias. El olor es fundamental en los recuerdos.
ResponderEliminarAbrazo
Agus, sí; esa canción que tiene algo de letanía inútil...
Abrazo
Gracias, Jesus, por el detalle del comentario acerca de la inclusión tardía. Esa es una de las cosas que se hacen inconscientemente, y que, en este caso, tiene más que ver con un intento de imagen de recorrido, desde que se entra a la sala hasta que se descubre al vigilante.
Abrazo
Manu, seguro que un trabajo así tiene que marcar.
Abrazo
Puck, muchas gracias. El olor del formol es persistente, y las imágenes que lleva unidas persisten, también.
Saludillos
Rocío, me gusta lo que dices del contraste, porque al otro extremo de la muerte destripada sólo puede estar la inutilidad ilusa.
Abrazo
Elisa, a mis hijos les gusta que añada un "y, si no, pasado mañana". Creo que lo hace más verosímil.
Iván, es cierto; me planteé si no era un abuso encadenar tres "imágenes demoledoras", y me planteé eliminar alguna. Sin embargo quise ser fiel a las tres sensaciones que me ofrece un cuerdo disecado. Los tubos, cortados, no continúan, no funcionan. No hay voz (tubo), no hay pedos (tubo); y el contraste entre algo tan mundano como los pedos y algo tan "menos mundano" como la presencia/ausencia de voz y lo que significa, me pareció que hacía al micro oscilar entre un sentimiento elevado y uno terrenal.
Insisto, estoy de acuerdo en que, según gustos, alguna imagen puede sobrar.
Mil gracias por tu comentario sincero y elaborado. Así da gusto compartir.
Abrazo
Gracias, Lola. Lo bueno de cantar por una buena causa es que es tan bonito como cantar sin causa; como cantar.
Abrazo
Gala, mil gracias. Y bienvenida.
Abrazo de vuelta
Susana, yo trabajo en salas de disección de animales, y no se me había ocurrido que pudiera crear una confusión entre una y otra, la verdad. Repasaré. Y revisaré la entrada de los personajes en los textos, porque es algo en lo que no pienso conscientemente.
Abrazo
La Novia, gracias y bienvenida.
Saludos
Nerim, bienvenida, espero que disfrutes.
Abrazo
Rosa, muchas gracias.
Saludos hacia el aire.
Lapislazuli, gracias. Vuelve cuando quieras.
Roxie, mil gracias por los apuntes. Ya sabes que era un micro que me gustaba, y que me costaba darle vuelta, por eso se quedó así.
Cuatro abrazos.
Adivín, mil gracias, por venir, por invitarme y por estar ahí.
Un abrazo enorme.
Hola Humberto, muchas gracias. Quédate cuanto quieras.
PD: no sé que pinta nada en el occipital, porque la fisura la tengo en el parietal, y el derecho, aunque ahí no se ve. Me gusta la imagen porque es mía, porque no está vacío, y porque en realidad lo que hay dentro no es distinto de lo que hay en otros cráneos.
Abrazo neurofílicos (aunque el mío más psicobiólogo).
La verdad es que no puedo añadir mucho más. Sí que coincido en que la imagen de los pedos me resulta un poco chirriante comparada con el resto, pero el relato en si mismo y con el final es muy bueno.
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