Y quién iba a imaginar que algo así ocurriría, demonios, quién iba a sospechar siquiera la sensación extraña de alivio, mientras mamá desgranaba lamentos y sumaba puntos entre los dedos, entrechocando aquellos ganchillos enredados de lana roja, como si tejiera los hilos de sangre que brotaran de su hija unos minutos atrás.
Y quién, en fin, perdonaría ese rehuir la visión de la agonía, ese darnos la vuelta todos en formación; la cara contra la pared y la espalda expuesta a la extinción de Dalma, joven aún, que jadeaba en un degüello. Dalma, que fue tanto tiempo centro de nuestras vidas orbitales; que derramó su ausencia en medio de un salón, de una insólita sobremesa abrupta.
El año pasado nos pareció mal que el Círculo Cultural Faroni
declarara desierto su certamen anual de hiperbreves.
Este año alguien se la ha metido doblada.
Doblada e inédita.
Indómita y mística.
Dindúmila y cacafufa.