martes, 8 de noviembre de 2011

Sueño de Wiesenthal

Como tantas veces había hecho de niño, pasé el dedo índice por aquella fila de dedos de pies que apuntaban al cielo, como quien golpea con un palito los barrotes de hierro en las verjas de un barrio residencial.
Pero esta vez no eran dedos huesudos de compañeros. Ah, no. Esta vez eran todo lo contrario.


Progreso

Como tantas veces había hecho de niño, trepé al árbol y observé el valle. No parecía que nada hubiera cambiado. El puente, el frontón y la casa de Matías el Chiquitico seguían allí. Subí un poco más arriba y salté adelante, para planear sobre el pueblo y ver más detalles. En casa de Matías la huerta lucía estupenda.
Regresé al árbol y me posé con cuidado. Descendí al suelo y retrocedí hasta los doce años.
Más tarde pasé por casa de Matías y le dije que no se preocupara; la carretera no iba a pasar por su huerta.

4 comentarios:

  1. El Wiesenthal de tu micro es este Wiesenthal?

    http://es.wikipedia.org/wiki/Simon_Wiesenthal

    Así la lectura cobra más profundidad y también el escalofrío...


    El segundo me resulta encantador y tierno.


    Abrazo pues

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  2. El primer texto me gusta mucho, mucho, Gabriel. Y confieso que parte de mi admiración se debe al hecho que soy consciente que se me escapa algo. Por eso vuelvo a leerlo una y otra vez. Y me encanta esa imagen de los dedos apuntando al cielo, ese "huesudos", esa "fila" y el dedo sutil que los recorre. El cierre con ese "ah, no" me parece atrevido, descarado, colosal. Hipnótico.

    Abrazos.

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  3. El segundo es precioso, muy poético, pero el primero me parece bestial. Una de las cosas que creo que manejas a la perfección es eso dejar tantas puertas abiertas. Incluso, como comenta Agustín, si no alcanzas la totalidad del sentido del texto, este te deja el golpe bien pegado por la forma que le das, las imágenes... En este caso, además, el sentido de lo que cuentas, yo lo veo como la ambigüedad de la venganza; no sabes si alegrarte o si estás viendo otro campo de concentración en una rueda sin fin de violencia y terror aderezado con ese detalle de inocencia infantil en un entorno tan seguro y agradable. Bueno, y luego provocar ese impacto semántico con lo contrario de "dedos huesudos de compañeros" como imagen de la venganza... En fin, que muy bueno, que me gustó mucho.

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  4. Muy lírico. Progreso, cuanto nos han arrancado en nombre del progreso. Cambiamos belleza por monedas que lástima.

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