El mosquito sube a trompicones por el espejo del baño.
Resbala y sigue.
Resbala y sigue.
Su reflejo de mosquito lo acompaña boca arriba.
Resbala y sigue.
Resbala y sigue.
Pronto, mosquito y reflejo alcanzan lo más alto. El mosquito se acerca a la bombilla y se quema. El reflejo no. Y queda allí atrapado, viudo de sombra, huérfano de la reflexión.
Me ha parecido muy divertido y acertado el montaje sonoro, que subraya la burla del esfuerzo mosquitero.
ResponderEliminarUn saludo sonriente.
Gracias Susana. Me ha hecho recapacitar, y darme cuenta de que había puesto la música que no era...
ResponderEliminarMil perdones
Pues yo ando sin micro ni bafles, así que me quedo con las palabras. Propi, los reflejos me encantan, me dan cierto repelús difícil de explicar, pero me encantan. Este es un reflejo pequeño, de un ser tenaz, que se nos muestra de forma excelente. Se ve la repetición, el esfuerzo y la tristeza. La frase final encierra su historia posterior en pocas palabras (atrapado, viudo, huérfano). No hace falta que añada que me encantó.
ResponderEliminarMuchos besos
A mí me pasa un poco como a Rocío, los reflejos me dan un poco de yuyu, siempre me parece que pueden tener vida propia, y tú lo describes muy bien en este intento mosquiteros de hollar la cima. Abrazos.
ResponderEliminarEs una mini-ficción aplicable a la vida: mucho esfuerzo para acabar quemado. ¿Qué deben sentir cuando caminan o revolotean pegados a una pantalla de televisor con imágenes en movimiento constante?
ResponderEliminarGabriel, hoy me quedo con la ausencia, con el narrador que es personaje y que no vemos, pero que también está en el espejo. Inquietante su posición en la escena, y exquisita destreza la tuya al incluirlo dejándolo fuera al mismo tiempo.
ResponderEliminarAbrazos.
Es buenísimo, redondo.Te felicito. A mí también me seducen los reflejos y las sombras, esos dobles que nos acompañan y que no siempre nos son fieles.
ResponderEliminarYo tampoco he escuchado la música pero aún así me ha gustado ese caminar hacia el final y cómo la sombra en el último momento le deja tirado.
ResponderEliminarSaludos
Sigues como siempre, tan genial.
ResponderEliminarBlogsaludos
Me gusta ese mosquito. Un minuto de silencio por su alma encerrada en el espejo
ResponderEliminarSaludillos de luto
Se te echaba de menos, Propílogo.
ResponderEliminarNo sé si me pierdo algo, no puedo oír el audio. Pero si puedo ver el micro, es muy visual.
ResponderEliminarSaludos
Comento sólo la parte escrita. Hay dos cosas que me sorprenden en este micro: cómo extraes el lado trágico de una situación que a primera vista puede parece chistosa. Segundo, la invención del idioma, la combinación original de las palabras finales, que elevan el tono poético como un alacrán la cola. Ahí está todo el veneno, eso que nos gusta beber.
ResponderEliminarAbrazos admirados,
PABLO GONZ
La sombra del mosquito le sobrevive, como a nosotros nos sobrevivirá la nuestra...y no en todos los casos. El micro en su apariencia de humorada tiene, sin embargo, un sustrato literario más profundo. Enhorabuena, Gabriel.
ResponderEliminarSusana, gracias y perdón. Equivoqué la música.
ResponderEliminarSaludos
Ro, yo nunca he tenido especial predilección por espejos ni reflejos. Ahora, tal vez, como metáfora de ser la sombra, tal vez sí.
Abrazos
Maite, intento de hollar; tú lo has dicho. Felicidades, by the way.
Abrazo
Montse, buena pregunta. Supongo que sentirán lo mismo que un tío que patine por encima de un cristal bajo el que pasen muchas cosas...
Agus, gracias. Tiene un cierto riesgo, el narrador ausente, y es el de dar demasiadas pistas, opinar...
Abrazo
Araceli, mil gracias. Un honor, viniendo de ti.
Abrazo
Miguel, una lástima. La música acompaña, creo. Esa armonía hipnótica de Roos. Recomendable. Armonía, guitarra y murga; una maravilla.
Saludos
Adivín, igual, sí; y tan desagradecido, que apenas voy a verte...
Saludos
Puck, requiem, sí, por el mosquito.
Saludos
Budo, gracias; es la vida ésta, de horas tan estrechas...
Elysa, si puedes ver el micro, ya he cumplido. Mil gracias.
Abrazo
Pablo, elevar el tono poético como un alacrán la cola. Me quedo con eso; tal vez me haga un tatuaje.
Abrazos neurotóxicos
Ricardo, bienvenido en la distancia. La intención era esa, en efecto: ver una escena casi cómica que deviene en una pequeña tragedia, que es, a su vez, metáfora de las nuestras, pequeñas o grandes.
Saludos
Confieso que al principio no terminaba de convencerme, y que gran parte de esa indefinición provenía del final, o más bien de la percepción que yo tenía del final. Hasta que caí en la cuenta de que era yo quien se quedaba corto -o huérfano- en la reflexión, al dar a dicho vocablo un solo significado.
ResponderEliminarAhora veo algo más que el trágico final de un mosquito, y veo por ende un buen relato; con sustrato literario, como te han dicho por ahí arriba.