Me han contado que hay en Tucaplatzán un enorme muro de roca labrada en el que se relata la historia de tres naves que salieron de un recóndito lugar. Y de cómo aconteció que toparon con los guerreros Tucaplatzacos, que por entonces volaban. Y de cómo estos guerreros llevaron las naves por el aire hasta el valle de Sodomitzán, donde retuvieron gozosamente a los aguerridos marinos, a quienes además aleccionaron para que, a la vuelta, contaran alguna necedad más o menos verosímil.
Ja, ja. Sodomitzan y gozosamente.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo, Gabriel
Admiro la maniobra de distracción que es todo este micro. Desde el título ambiguo, los aspectos mitológicos, la construcción de la historia y el cierre económico. Una pieza que se ajusta a los parámetros opuestos que utilizaba Hegel para explicar las causas de los hechos históricos y que Marx refutó a través del materialismo histórico. Todo, aderezado con socarronería. Lo que no me explico es porque me enrollo tanto para decirte que me encantó y que comulgo con tu teoría erótica para explicar la historia.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegra ver Sodomitzán en la versión final, Gabriel. Esa palabra no la podías cambiar por ninguna otra! Me gusta mucho este micro.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gusta ver escrita la contrahistoria. Lo que ocurrió fue demasiado simple y opuesto a tu relato. Todo un deroche de imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo
Gozoso final para un micro con tintes mitológicos.
ResponderEliminarBesos a pares.
Menos mal que alguien por fin nos cuenta la verdad
ResponderEliminarMe encantan las re-historias
Abrazos
Leer es buenísismo, se aprende mogollón. Como con este micro. Ahora entiendo mejor la rivalidad para ver quien descubrió America: que si Colon que si Americo Vespucio, por cierto, ambos con nombres de lo más curioso.
ResponderEliminarVeo grandes retoques en el texto, pero me alegra ver que Sodomitzán sigue ileso. Yo tampoco lo habría cambiado...
ResponderEliminarUn abrazo :)
Estos micros con tintes histótico/mitológicos son mi debilidad.
ResponderEliminarAplaudo esta gozosa reescritura
Un abrazo
Qué bueno, jeje, yo soy cobarde con los experimentos... volveré por aquí a ver si se pega algo.
ResponderEliminarAbrazos,
Qué decir que no esté dicho ya, pues eso, que ese llevarnos en cada paso de esta aventura erótico festiva, sin desvelar nada, tan sólo a través del nombre del lugar es una maniobra genial. Un abrazo.
ResponderEliminarRealmente todas estas historias de conquistadores se viven a fondo.
ResponderEliminarExcelente!
Un abrazo.
Tor, es lo bueno de la ficción histórica, que uno puede elegir los lugares, quiero decir, los sitios, las zonas.
ResponderEliminarAgus, mil gracias. Cada vez me atrae más esa historia infravalorada. Hasta le he creado la etiqueta allende.
David, me alegro de coincidir en eso, aunque alguna otra cosa sí he cambiado.
Bicefa, tal vez fue la contrahistoria la que nos aprendimos...
Lola, es que los marineros tan solos...
Anita, a mí no me suelen apetecer las re-historias. Esto era una tarea del taller de Patricia.
Luisa, seguro que hubo entre ellos variadas rivalidades. Y muy cierto lo de Américo Vespucio, que tiene un nombre como para descublil a lo grande.
Marina, gracias. Al final quité el primer párrafo, que era divertido pero no aportaba nada.
Patricia, gustos similares. A mí también me gustan cada vez más.
Rocío, bienvenida. Nos tienes esperando, ya sabes.
Maite, gracias; algunos hicieron allí un gran descubrimiento.
Josef, gracias por venir. Me voy a leerte un rato.
Abrazos a todos por orden de aparición.
Qué bueno ese tono como de crónica de Indias que remedas...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Abrazos
Y propílogo inventó el relato griego. (Comentario sin vaselina).Genial, como de costumbre. Un abrazo.
ResponderEliminarGemma, gracias mil. Abrazos.
ResponderEliminarJ Agustín, ojalá inventara yo algo. Abrazo de vuelta.
¡Qué revelación! Te juro, Gabriel, que esta historia la leí en todas las estelas que traté de interpretar sin éxito en el British Museum.
ResponderEliminarEs un texto universal, Gabriel. El final, redondo.
Un fuerte abrazo.
Esto texto me provoca una pregunta. ¿Y si toda la Historia que nos han contado, o gran parte de ella es mentira? ¿Y si la Historia verdadera es esta que cuentas? Como el tema de los lugares. Nunca he estado en Wisconsin, por ejemplo, ni conozco a nadie que haya estado allí. ¿Y si Wisconsin no existe, como tantos lugares, hasta que vas y compruebas que está donde tienen que estar? Muy buena revisión, Gabriel. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Alberto. Tengo recuerdos confusos de cuando entré al British Museum y salí del British Expolium...
ResponderEliminarManu, me sorprende verte dudar. ¿Cuándo os he engañado yo?
Lo de Wisconsin me pasó una vez en una discoteca de Santander, intentando explicarle a un palenciano que yo no tenía constancia de que Palencia existiera... pero me convenció, muy amablemente, el sargento de paisano. Verídico.
Gracias por venir. Abrazo
ja ja ja ja Esta bien esto.
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