Ponga sobre la mesa un pequeño platillo de café que esté seco. Deposite sobre el platillo una simpleza y déjela brotar. Si el platillo no estuviera completamente seco, o si hubiera sido colocado boca abajo, la simpleza se marchitará. Sin embargo, si es usted de los que saben seguir las instrucciones, si es de ésos que improvisan correctamente, la simpleza se hinchará en todo su esplendor de magnolia rosada, rebosando el platillo y contagiando como esponja-colibrí su más inmediato derredor.
Es ahora su deber el compromiso de mantenimiento, el rechazo de la vergüenza, el orgullo de la comprensión. Si la simpleza se deja alzar debe usted lucirla en el ojal de la chaqueta, siempre fresca, a la vista.
No es sencillo hacer gala de portar una simpleza, o varias; sin embargo es enriquecedor. Piense que la gente sabrá que es usted capaz de llevar una simpleza en el ojal.
Jo, qué bueno. La simpleza se marchita tan fácilmente... y no es nada fácil de llevar.
ResponderEliminarUn abrazo