No era un bote tan grande. O tubo, como se llame, no soy un experto. A lo largo de las primeras seis o siete pulgadas se percibe mi pulso inestable, la presión desigual. Luego es más sencillo. Una línea gruesa de sellador blanco recorre la grieta entre la bañera y el mueble. Sigo hacia abajo, prolongando ese relleno inocuo y permanente. Paseo por los rincones recónditos del baño, sorteando una horquilla, varios pelos; salgo al pasillo y alzo hasta el techo la punta de la pistola. Tapo las ranuras que aparecen en la pintura cuando la casa se mueve, voy hasta el rincón y rodeo a la araña y su columpio malabarista. El cordón blanco prosigue interminable -un cable de antena-, y baja las escaleras hasta la cocina, para escapar pegado a la pared, como un ratón con frío, y salir a la calle. Allí me detengo junto a baldosas sueltas que a veces salpican bajo la pernera del pantalón, como escupitajos traidores de gentes de las cloacas. Voy por la calle y ciego esa ruidosa ranura bum, bum, bum, en la ventanilla del coche del adolescente, inflo con presión increíble el neumático de un vecino y duplico la línea continua de la calzada principal. Voy sellando los agujeros que encuentro, en la cabeza de un asesinado, en la rama de un árbol. Tapo de aséptica buena intención los ojos y la vagina de la puta que enamoró a mi amigo.
Creo que todavía te han quedado algunos agujeros por tapar, pero de momento el bote ha dado para mucho más de lo que se esperaba.
ResponderEliminarPedazo de micro y estupendo final.
Un abrazo
Pobre puta... ¿y ahora de qué va a trabajar? Nosotros tuvimos que renovar el baño hace poco, y cuando terminaron resultó que el plato de la ducha filtraba agua. Vinieron varias veces a echar más silicona, sin resultados. Al final descubrieron que el fallo estaba en otra parte. Aunque no creo que esta reflexión venga mucho a cuento :-)
ResponderEliminarUn micro duro, bien llevado. Hay grietas que ninguna silicona puede tapar...
Un abrazo
Me gusta cómo nos llevas de viaje tras el hilo de silicona, pero con lo que disfruto de verdad es con tus imágenes, como esos 'escupitajos traidores de gentes de las cloacas'.
ResponderEliminarEl cerebro aún sigue bailando un rato entre tiras de silicona, buscando sus propias hendiduras.
Abrazos
Me parece fantástico el pretexto de la silicona para forzar nuestra inmersión en la dureza de las escenas que -como balas bien dirigidas- se nos van clavando una a una en el cerebro.
ResponderEliminarComparto lo dicho por Susana, letra a letra.
Un aplauso y un abrazo.
Qué bueno, Gabriel. Me acabo de afiliar a tu blog. No te aseguro comentar siempre pues a los grandes no sé que decirles, más que gracias. Pedazo de silicona para tapar las podredumbres.
ResponderEliminarAna, muchas gracias. Sí, es todo bastante hueco.
ResponderEliminarAbrazo
Alb, racias. Cuando uno se pone a echar silicona parece que va a poder con todo, pero no. Pero no.
Abrazo
Susana, también yo disfruto con las imágenes, no creas.
Abrazo
Pedro, mil gracias también.
Abrazo
Ximens, me alegro de verte por aquí.
Un abrazo
Maravilloso. Una delicia, vaya.
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